Es innegable que muchos padres, madres y familiares se preocupan cuando los más jóvenes de la familia no consiguen buenos resultados académicos. Cuando se presentan estas dificultades, los adultos más cercanos intentan ayudar y, en algunas ocasiones, no consiguen hacerlo con éxito. En este artículo encontrarás algunas pautas que te permitirán ayudar a tus hijos a mejorar su desempeño en los estudios.
DETECTAR LA RAZÓN POR LA QUE MI HIJO O HIJA TIENE PROBLEMAS ACADÉMICOS.
Primero de todo, es muy importante entender qué está sucediendo para que tu hijo/a no quiera estudiar o los motivos que lo llevan a tener resultados negativos. Estas causas las encontrarás separadas en tres apartados diferentes para que puedas discernir mejor como actuar frente a las diferentes situaciones que tienes en casa. Ten en cuenta que estas razones pueden aparecer por separado o juntas.
Problemas de conducta. La razón reside, principalmente, en el comportamiento que tiene tu hijo/a mientras está en el colegio o instituto. No seguir las normas de clase, no obedecer las órdenes de los adultos o transgredir límites morales del centro son los problemas de conducta más habituales. También, se incluyen los problemas de relación con los demás como no querer cooperar, dificultades para trabajar en grupo o las agresiones verbales o físicas a otros compañeros.
Problemas de rendimiento académico. El resultado de las malas calificaciones o valoraciones deriva de dificultades para desarrollar las competencias académicas de forma exitosa. Algunas de las razones son: dificultades para la comprensión de la materia a estudiar, mala gestión del tiempo de estudio, incapacidad de adquirir un hábito de estudio, problemas para organizar todas las tareas a desarrollar, falta de autonomía, necesidad de ayuda excesiva de los adultos o técnicas de estudio ineficientes.
Trastornos del neurodesarrollo o del aprendizaje. Cuando el comportamiento es el adecuado y los hábitos de estudio son buenos pero sigue habiendo un mal rendimiento académico hay que plantearse la posibilidad de evaluar la existencia de algún trastorno psicológico que haga que el estudiante necesite algunas adaptaciones curriculares y métodos distintos de aprendizaje para poder lograr desarrollar su potencial al máximo
PROBLEMAS DE CONDUCTA ESCOLAR. CÓMO INFLUIR DESDE CASA
Limitaciones para influir desde casa.
Hay que tener claro que desde casa puedes influir en el comportamiento que tu hijo/a presenta en el centro educativo aunque con ciertas limitaciones. Las personas que pueden provocar mayores cambios en el comportamiento de tu hijo/a durante las clases o actividades del centro escolar, son aquellos adultos que se encuentran presentes en ese momento. Tutores, profesores, monitores y el resto del personal del centro son los que de algún modo podrán generar cambios con mayor efectividad. Así pues, hay que contar con ellos y apoyarlos con otras medidas que puede tomar la familia en casa.
A veces, se cae en el error de pensar que si en casa enseñas a tu hijo/a a comportarse de una forma determinada, este comportamiento también se replicará en otros ámbitos de su vida. En realidad, lo que suele suceder es que los niños/as y adolescentes se comportan de forma diferente en función de lo que reciben a cambio de su entorno.
Por ejemplo, puedes haber enseñado a tu hijo/a a controlar sus rabietas desde el entorno familiar. Normalmente, esto se consigue haciendo que la rabieta nunca le funcione para conseguir lo que quiere en ese momento, es decir, dejando que aprenda a frustrarse y calmarse por sí mismo. Sin embargo, aunque ya haya aprendido esto, si en el entorno escolar las rabietas le siguen funcionando para conseguir lo que quiere, entonces nos encontraremos con la siguiente situación: interactuando con la familia no habrá rabietas o serán muy limitadas y, en cambio, en el centro educativo seguirán estando presentes.
¿Qué se puede hacer desde casa?
Primero de todo, estar bien coordinados y comunicados con el centro educativo. Es necesario poder tener una relación cercana con todo el personal docente para que puedas estar informado/a en todo momento de lo que sucede y las medidas que se toman al respecto para intentar cambiar el comportamiento. Es importante no desautorizar nunca las actuaciones del personal docente y, si se observan algunas incongruencias, preguntar el motivo de estas actuaciones y poder sugerir cambios. Siempre desde la colaboración y nunca desde la confrontación.
En segundo lugar, en casa se pueden aplicar CONSECUENCIAS a los comportamientos que el menor tiene en el centro. Esto es una ayuda extra que puede funcionar muy bien para apoyar el trabajo que ya está haciendo el personal docente. Si además, estas consecuencias, se acuerdan de forma conjunta con el centro se pueden conseguir cambios radicales en muy poco tiempo. Lo difícil es aplicarlas sin caer en el error de que se conviertan en castigos.
La diferencia entre una consecuencia y un castigo reside en el hecho de quien se sobreentiende que está provocando ese cambio: la familia (castigo) o el menor (consecuencia). Un ejemplo claro:
- Castigo. Continuamente llegan a casa notificaciones del instituto avisando de que el estudiante agrede verbalmente a compañeros o profesores. La familia le retira el teléfono móvil temporalmente hasta que deje de hacerlo como medida para convencerle de que desista en repetir esos comportamientos.
- Consecuencia. Cogiendo la misma situación anterior, la familia le dice al estudiante que mientras no desaparezca ese comportamiento no ven al menor capacitado para utilizar el teléfono móvil ya que puede reproducir esas agresiones verbales con otras personas que se relacione por internet. La actuación es la misma, pero el discurso pone la responsabilidad de esta decisión tomada sobre la propia conducta del estudiante y no sobre la familia.
TÉCNICAS DE ESTUDIO. CÓMO AYUDAR DESDE CASA
Cuando no existen problemas relevantes de conducta y se presentan malos resultados académicos es cuando hay que ayudar desde casa incidiendo en cambiar la forma de estudiar que se muestra como ineficaz. Dependiendo del problema que presenta el estudiante la familia puede poner en marcha algunas de las estrategias o maniobras que aquí se indican para ayudarle a mejorar su rendimiento en el estudio. Es importante recordar que todo ello se debe llevar en un espacio adecuado, cómodo, tranquilo y libre de ruidos o interrupciones.
➤ Cuando no quiere estudiar o pasa muchas horas sin hacerlo.
En estos casos es muy importante limitar al máximo el tiempo de estudio, incluso si es un tiempo de estudio claramente insuficiente. Primero, acuerdas con tu hijo/a que a partir de ahora solo podrá estudiar o hacer deberes durante un tiempo del día limitado, por ejemplo: media hora. Durante esa media hora, tiene la obligación de estar sentado en su lugar de estudio sin posibilidad de que haya nada a su alrededor con lo que distraerse más que el material de estudio. El resto del día queda totalmente prohibido estudiar. El estudiante es libre de si quiere utilizar ese tiempo para realmente estudiar o simplemente estar sentado y pensar en otras cosas hasta que se termine el tiempo.
Si a medida que pasan los días llegan a casa notificaciones o notas negativas implicará que habrá que ampliar el tiempo obligatorio de estudio ya que se muestra como insuficiente. Si las notas son positivas, entonces se mantendrá ese horario de estudio o se podría reducir si así lo pide tu hijo/a.
Normalmente, los estudiantes que no quieren dedicar tiempo al estudio, al ver que los tiempos de estudio aumentan y se quedan cada vez con menos tiempo libre, deciden empezar a aprovechar ese tiempo de estudio para sacar mejores resultados y gradualmente ir ganando tiempo y libertad en vez de perder ambos progresivamente. En cambio, los estudiantes que pasaban muchas horas sin ser eficientes, al saber que el tiempo es limitado, aprenden a ser más eficientes y aprovechar más el tiempo porque saben que el resto del día ya no podrán hacerlo.
➤ Cuando hay muchos errores que corregir.
Si te sientas a ayudar con los estudios a tu hijo/a o revisas las tareas que realizan es muy importante utilizar el error pedagógicamente. Esto significa que cada vez que se detecte un error o un fallo hay que indicarlo de forma que le permita aprender sobre él. Una buena forma de hacerlo es primero indicar dos cosas que si están bien hechas o desarrolladas y luego, para indicar el error o lo que quieres mejorar, le preguntas cómo podría conseguir el resultado que deseas. A través de estas preguntas le ayudas a que descubra por sí mismo la forma de resolverlo o mejorarlo y, si no es posible, después de las preguntas le sugieres como lo podría hacer.
Indicar directamente un error y no decir nada más no es ningún problema pero si esto sucede así repetitivamente puede llegar a generar mucha frustración en el estudiante y pensar que realmente no le merece la pena esforzarse. Por ello, esta técnica está especialmente indicada cuando los errores a corregir son muchos.
➤ Cuando tarda mucho tiempo en empezar porque no sabe cómo.
A veces, cuando es una tarea relacionada con redactar un texto extenso o realizar un trabajo algo más largo de lo habitual, el estudiante busca por dónde empezar y no sabe cómo. Entonces, empiezan a pasar las horas y no es sorprendente ver que finalmente solo ha puesto un título o escrito y borrado varias veces el inicio.
En estos casos, aunque pueda parecer paradójico, le puedes indicar que empiece a redactar o realizar la última parte del trabajo. El estudiante deberá hacer un esfuerzo en imaginar cómo acaba o como quiere terminar el texto y llevarlo a cabo. Por ejemplo, en el caso de un texto, empezar por el último párrafo, luego el anterior y así sucesivamente.
Habitualmente, esto ayuda a que tu hijo/a se desbloquee y en poco tiempo se le ocurran ideas de cómo debería iniciar el trabajo o texto para poder llegar a ese final. La mayoría de las veces, al elaborar solo una pequeña parte del final, descubre cómo debería empezar.
➤ Cuando no sabe por donde empezar o cómo ordenar lo que quiere llevar a cabo.
A diferencia del caso anterior, aquí la dificultad se centra en que no sabe cómo organizar u ordenar todo lo que quiere reflejar en la tarea. Puede que le cueste empezar pero la razón de ello es el orden y no el cómo hacerlo.
La anarquía metodológica es una buena forma de solucionar este problema, especialmente indicada para estudiantes perfeccionistas que no avanzan sin estar seguros de que lo que hacen está bien. Indica a tu hijo/a que comience por elaborar partes de la tarea de forma totalmente desordenada y aisladas. Posteriormente, deberá ir conectando estas pequeñas partes intentando ver cuál es el mejor orden. Es probable que al ordenarlas tenga que modificar algo de esas partes para que se vuelvan más conexas y coherentes entre ellas.
➤ Cuando existe falta de autonomía y cada vez hay que ayudarle más con los estudios.
Muchas veces, cuando ves que tu hijo/a es poco autónomo con sus deberes o estudio, se intenta ayudarle haciendo recordatorios, organizándole el tiempo de estudio o incluso sentándose a hacer los ejercicios o tareas por él o ella.
La ayuda hay que medirla muy bien porque un defecto de ella hace que el estudiante no aproveche su potencial y un exceso mantiene el problema que se quiere solucionar: la falta de autonomía. Además, la ayuda siempre tiene un doble mensaje: por un lado le dice a tu hijo/a que le quieres y estás ahí para apoyarle pero, por otro lado, le dice que tiene un problema y no crees que sea capaz de solucionarlo solo.
Puede ser difícil saber cómo ayudar de una forma que no incapacite al estudiante en aprender a desarrollar tareas y ser autónomo. Por este motivo, la terapia infanto-juvenil puede servir para orientar a los familiares de qué modo pueden ofrecer la ayuda y el apoyo de la forma más efectiva.
TRASTORNOS DEL NEURODESARROLLO Y APRENDIZAJE. CÓMO DETECTARLO.
Si el problema en el rendimiento persiste después de intentar modificar la conducta o aplicando técnicas de estudio, habrá que plantear la posible existencia de una dificultad mayor como un trastorno del desarrollo o aprendizaje.
Es muy importante hacer este proceso de forma gradual, ordenada y con la adecuada supervisión profesional. Realizar una evaluación psicológica a una persona joven es un proceso que puede ser estigmatizante y generar la sensación de que existe algún problema importante cuando aun no se ha detectado nada. Además, las etiquetas diagnósticas pueden ejercer un efecto negativo si no se ajustan de forma adecuada a las necesidades del menor y no se comunican de forma conveniente al menor o personal docente.
Hacer un buen diagnóstico no es solo saber encontrar que trastorno subyace en la problemática. Un buen diagnóstico implica:
- Valorar el riesgo/beneficio del proceso de evaluación para llevarlo a cabo.
- Seleccionar aquello que se busca evaluar de la forma más precisa posible.
- Explicar a los familiares el diagnóstico y su alcance a efectos prácticos.
- Apoyar a los familiares en la toma de decisiones de a quién comunicarlo.
- Ofrecer a la familia estrategias para que puedan ayudar de forma más específica al estudiante adaptándose a las particularidades de su dificultad o trastorno.
Puedes contactar conmigo en mi página web de psicólogo en Mallorca para que te ayude en todo este proceso para realizar un buen diagnóstico de la situación ya sea por la existencia de un trastorno del neurodesarrollo o del aprendizaje o, simplemente, porque no sabes que más hacer para solucionar los problemas de conducta o ayudar a tu hijo/a a conseguir mejores resultados. Cualquiera que sea el proceso, lo llevaré siempre de la forma más adecuada priorizando el respeto y las necesidades del menor.